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Luis de Villoldo. Referencia de Imagen procesional de Cristo con la Cruz a cuestas para la Cofradía de la Vera Cruz de Urda (1596). Su modelo toledano (?).

[...] Luis de Villoldo se compromete a realizar una imagen procesional de Cristo con la Cruz a cuestas para la Cofradía de la Vera Cruz de Urda, encargo cuya humildad se hace evidente, al aparecer inmediatamente después de la gran sillería madrileña (sillería del coro del Monasterio de San Felipe, Madrid), pero que nos da a conocer otra obra de la que no han aparecido documentos, ya que esta imagen debía hacerse a semejanza de la que tenía la Cofradía de la Vera Cruz de Toledo; en ningún momento se dice que también aquella la hubiera realizado nuestro escultor, aunque muy bien podemos imaginarlo así, puesto que no sólo es la traza la que había de seguir, sino que incluso se especifica que el precio será el mismo, cuatrocientos reales. Evidentemente, éste es un precio reducido, en correspondencia a una obra que requería poca dedicación, [...]

Cuando la Cofradía de la Vera Cruz de Urda el 30 de abril de 1596 encarga a Luis de Villoldo la realización de lo que hoy llamaríamos un paso procesional, Cristo con la Cruz a cuestas, con sus andas y tornillo, omitió en la escritura cualquier enumeración de las características que debía cumplir la obra, ya que para su ejecución el escultor se ajustaría, en todo, a una imagen que poseía la Cofradía de la misma advocación, que existía en la capital toledana. Y el paralelismo no se limitaba sólo a la parte material, sino que también el precio debía ser idéntico al que se había fijado para la primera talla: cuatrocientos reales. La escritura no aclara en absoluto que Villoldo hubiera sido el artífice del Cristo toledano. No obstante, ello podría suponerse, ya que, de lo contrario, para fijar el precio hubiera bastado con indicar la cifra; en cambio, se dice que costaría lo mismo que el modelo. Este razonamiento, por otra parte, tampoco es definitivo, pues quizá el comitente querría poner de manifiesto que si la pieza toledana había alcanzado tal valoración, no podría superarla la de la obra de nuestro artífice.
Sin las condiciones materiales, el documento se limita a especificar el plazo de entrega y los de pago, así como las penas. Respecto al primero, el escultor daría su trabajo termi­nado a finales del mes de julio siguiente; mientras que los 400 reales se saldarían en dos pagos: el primero, de 200, entregados al contado para iniciar los trabajos; la otra mitad cuando Villoldo diera la obra acabada, es decir, si los plazos se cumplían, a finales de julio de ese mismo año. Pero lo que este protocolo tiene de más original son las penas que se imponen; la del artífice, bastante usual: si se retrasase en el cumplimiento, pagaría a la persona que fuera a Toledo, a buscar la obra, 12 reales diarios, por el tiempo que en aquella ciudad se viera obligado a estar detenido; pero que la iglesia aceptara perder los 200 reales entregados, si se demorase en el segundo pago, es un hecho mucho más insólito.

Actualmente en Urda existe una ermita en la que se venera una imagen de Cristo con la Cruz, de enorme devoción, pero es figura —armadura con cabeza, pies y manos— muy posterior al momento que aquí hablamos, y tampoco muy reconocible en sí misa, ya que tras la parcial destrucción que sufrió en la guerra Civil, fue objeto de una restauración, bajo la que es difícil reconocer cualquier particularidad estilística; aunque, en todo caso, si Villoldo, efectivamente, llegó a hacer una imagen para esta Cofradía, —dato hoy incomprobable en el archivo parroquial que no conserva los libros de la Hermandad de este periodo—, debió ser sustituida por esta figura nueva, y se perdería para siempre la antigua imagen, tal vez deteriorada por el paso del tiempo y no apta, por tanto, para la veneración popular masiva.

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